Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo V (1880).pdf/123

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
125
ANTONIO.

C:

H ANTONIO.

125 aquella habitacion maritima, á que habia dado el nombre de Timoneon, y arrastrado por Cleopatra al palacio, hizo renacer en la ciudad el gusto á los banquetes, al beber y á la distribucion de donativos, con motivo de empadronar entre los mozos al hijo de Cleopatra y César, y de vestir la toga viril á su hijo Antulo, tenido en Fulvia; pues con esta ocasion estuvo Alejandría entregada por muchos dias á los festines, francachelas y feetas. Habian ya disuelto aquella confraternidad que llamaban de la inimitable vida, é instituyeron otra que no cedia á ésta en el lujo, en el regalo y en la suntuosidad, intitulándola la de los que mueren juntos: porque se suscribian los amigos para morir á un tiempo, y lo pasaban alegremente en banquetes que se daban por turno. Cleopatra juntó diferentes suertes de venenos mortales; y para probar el grado de dolor con que cada uno ocasionaba la muerte, los hizo propinar á los presos de causas capitales; mas habiendo visto que los que eran prontos causaban la muerte acompañada de dolores, y que los más benignos obraban con lentitud, quiso hacer experiencia de los animales ponzoñosos, viendo ella por sí misma cuando se picaban unos á otros; lo que ejeculaba todos los días. Encontró, pues, que entre todos solo la picadura del áspid producia sin convulsiones ni sollozos un sopor dulce y una especie de desmayo, en virtud del que con un blando sudor del rostro y amortiguamiento de los sentidos perdian poco a poco la vida los que habian sido picados, sin que fuera fácil despertarlos y hacerles volver en sí, á manera de los que tienen un sueño profundo.

Enviaron de consuno embajadores á César, que se hallaba en el Asia: Cleopatra pidiendo que conservase á sus hijos el imperio en el Egipto; y Antonio que le permitiera vivir como particular, si en el Egipto no podía ser, en Atenas. No teniendo amigos fieles de quienes valerse per los continuos abandonos y defecciones, dieron este encargo al maestro de sus hijos Eufronio: porque Alexas Laodicen-