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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Dícese que el áspid fué introducido en aquellos higos, y tapado por encima con las hojas; porque así lo habia mandado Cleopatra, para que sin que ella lo pensase la picase aquel reptil; pero que cuando le vió, habiendo tomado algunos higos, dijo: «¡Hola, aquí estaba esto!» y alargó el brazo desnudo á su picadura. Otros sostienen que el áspid habia estado guardado en una vasija, é irritado y enfurecido por Cleopatra con un alfiler de oro, se le habia agarrado al brazo; pero nadie sabe la verdad de lo que pasó.

Porque se dijo tambien que había llevado consigo veneno en una navaja hueca, y la navaja escondida entre el cabello. Mas ello es que no se notó mancha ni cardenal ninguno en su cuerpo, ni otra señal de veneno; pero tampoco se vió aquel reptil dentro, y sólo se dijo que se habian visto algunos vestigios de él á la orilla del mar, por la parte del edificio que mira á éste, y hácia donde tiene ventanas. Algunos dijeron asimismo que en el brazo de Cleopatra se habian notado dos punturas sumamente pequeñas y sutiles; á lo que parece dió crédito César: porque en el triunfo llevó la estatua de Cleopatra con el áspid agarrado al brazo. Así es como se dice haber pasado este suceso. César, aunque muy disgustado con la muerte de Cleopatra, no pudo menos de admirar su grandeza de alma, y mandó que su cuerpo fuera enterrado magnífica y ostentosamente con el de Antonio. Hizose tambien un honroso entierro å las esclavas por disposicion del mismo César. Murió Cleopatra á los treinta y nueve años de edad; de los cuales habia reinado veinte y dos, y habia imperado al lado de Antonio más de catorce. De Antonio dicen unos que vivió cincuenta y seis años, y otros que cincuenta y tres. Las estatuas de Antonio fueron derribadas; pero las de Cleopatra se conservaron en su lugar, por haber dado Arquibro, su amigo, mil talentos á César, á fin de que no tuvieran igual suerte que las de Antonio.

Dejó Antonio de tres mujeres siete hijos; de los cuales á