más hermoso de cuanto existe, al que cuando obedece todo lo criado, destruido el desórden, resulta lo que llamamos mundo, se procurara á sí mismo y á sus ciudadanos la mayor felicidad; haciendo que lo que ahora ejecutan éstos de mala gana por la necesidad del mando, lo ejecutasen con placer, viéndole mandar paternalmente con prudencia y justicia, y convertido en rey de tirano: pues que las cadenas diamantinas no eran, como decia su padre, el temor, la violencia, la muchedumbre de las naves ni la guardia de diez mil bárbaros; sino el amor, la pronta voluntad y el agradecimiento, producidos por la virtud y la justicia: cosas que aunque parecen más suaves que aquellas otras fuertes y duras, dan mayor estabilidad al mando.
Fuera de esto, decia ser poco airoso y apetecible que el que manda sobresalga en los adornos del cuerpo y en la brillantez de su casa; y que en la conversacion y en el modo de explicarse se confunda con el hombre más oscuro, y que no procure tener régia y convenientemente adornado el palacio de su alma.
Como Dion le hiciese frecuentemente estas exhortaciones, mezclando en ellas algunos de los discursos de PlaLon, excitó en Dionisio un vehemente y furioso deseo de la doctrina y enseñanza de Platon. Enviáronse, pues, al punto á Alenas muchas cartas de parte de Dionisio y muchas protestas de parte de Dion, á las que se agregaron otras de los Pilagóricos de Italia, instando tambien para que viniese, y ocupando aquella alma nueva, descaminada con la opulencia y el poder, la contuviese con los más poderosos discurso8. Platon, avergonzándose, como dice él mismo, de que pareciese que sólo en palabras valia algo, no siendo para emprender obra alguna; y esperando que corregido un hombre solo, como un miembro principal, en él podria sanarse toda la Sicilia doliente, accedió á la venida. Mas los enemigos de Dion, temiendo ya la mudanza de Dionisio, le persuadieron que restituyera del destierro .