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DION.

Corrió prontamente la voz por Siracusa; y Timócrates, el que estaba casado con la mujer de Dion, hermana de Dio—1 nisio, puesto al frente de los amigos que habian quedado en la ciudad, envió al punto á Dionisio un mensajero con carlas en que le avisaba la llegada de Dion; y en tanto atendía á los alborotos y movimientos de la ciudad; en le que todos estaban ya en agitacion, aunque por miedo y por no acabar de creerlo no se decidian; pero al mensajero le ocurrió un caso muy particular y .extraño, y fué, que babiendo hecho su navegacion á Italia, al pasar por los términos de Regio para ir á Caulonia, donde se hallaba Dionisio, se encontró con un amigo suyo que se retiraba con los restos de un sacrificio que acababa de hacer; y recibiendo de éste una porcion de la carne, continuaba con celeridad su viaje. Habiendo andado parte de la noche, le obligó el cansancio á reposar un poco, y así como estaba se echó á dormir en una selva al lado del camino. Al olor de la carne vino un lobo, y para llevársela, estando atada á la alforja, dió á correr llevándose tambien ésta, en la que estaban las cartas. Cuando el mensajero despertó y lo advirtió, dió muchas vueltas é bizo muchas diligencias en busca de la alforja; y como hubiesen sido en vano, resolvió no ir sin las cartas á la presencia del tirano, sino más bien huir de él cuanto antes.

No supo, pues, Dionisio sino tarde y por otros medios la guerra de Sicilia. A Dion se le unieron en la marcha los Camarinos, y le acudian en gran número, excitados con su venida, los que habitaban en los campos de Siracusa. Los Leontinos y Catanenses, que con Timócrates guardaban el fuerte de Epipolas, habiéndoles llegado una voz falsa esparcida por Dion de que ante todas cosas se dirigia á sus ciudades, se marcharon, abandonando á Timócrates para socorrer á los suyos. Luego que Dion, que se hallaba acampado en Acras, tuvo noticia de estos sucesos, movió cuando todavía era de noche sus soldados, y llegó al rio