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DION.

se plegan y de los que seducen á gentes que gustan de que se les adule: así atrajo y puso fácilmente de su parte á aquellos que repugnaban la gravedad de Dion como molesta y desagradable por el orgullo y engreimiento que les habia dado la victoria; queriendo ser lisonjeados como libres áun ántes de serlo..

En primer lugar, corriendo por movimiento propio á la junta pública, eligieron á Heraclides general de la armada; y cuando presentándose Dion se quejó de que el mando dado á éste era una revocacion del que ántes le habian conferido, pues que no era ya absoluta autoridad si otro tenía el mando de la armada, con violencia anularon los Siracusanos el nombramiento de Heraclides. Hecho esto así, le llamó Dion á su casa, y habiéndole dado algunas quejas sobre que no era justo ni conveniente que quisiera competir con él por la gloria en unos momentos en que con poco esfuerzo podía perderse todo, convocó á nueva junta, en la que nombró á Heraclides general de la armada, y persuadió á los ciudadanos que se le dieran guardias del mismo modo que á él. En las palabras y en la apariencia se mostraba aquél obsequioso con Dion, reconociendo la obligacion en que le estaba: seguíale sumiso, y ejecutaba sus órdenes; pero seduciendo y acalorando bajo mano á la muchedumbre y á los amigos de novedades, cercó á Dion de disgustos y sinsabores, constituyéndole en la situacion más dificil: porque si disponia que Dionisio saliera de la ciudadela en fuerza de una capitulacion, se le calumniaria de que le tenía consideracion y le salvaba; y si no queriendo molestar al pueblo andaba remiso en el sitio, se creeria que alargaba la guerra para mandar por más tiempo y mantener en el terror á los ciudadanos.

Habia en Siracusa un cierto Sosis, que tenía nombre entre los Siracusanos por su maldad y su insolencia, estando creido que el colmo de la libertad se cifraba en llevar hasta el último punto la osadía. Tratando, pues, de perder