Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo V (1880).pdf/183

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
185
DION.

ahora reconocian haber sido vencidos por él en aquella misma virtud por la que se le habian mostrado contrarios.

Hechas estas súplicas por Heraclides y Teodotes, instaban á Dion sus amigos que no usara de benignidad con unos hombres malos y perversos; sino que abandonara á Heraclides al encono de los soldados, y arrancara del gobierno el vicio de captar popularidad: enfermedad furiosa, no ménos perjudicial que la tiranía. Dion para aplacarlos les dijo que los demas generales en lo que principalmente se ejercitaban era en las armas y en la guerra; y él habia gastado mucho tiempo en la Academia para estudiar cómo dominar la ira, la envidia y toda codicia; de lo que no era muestra el usar de afabilidad y dulzura con los amigos y con los hombres de bien; sino habiendo sido agraviado, el acreditarse de compasivo y benigno con los ofensores, y que queria hacer ver que no tanto era superior á Heraclides en poder y en valor como en bondad y justicia: pues la superioridad verdadera en éstas habia de ponerse. Porque en la victoria y ventajas de la guerra, cuando no las dispute ningun hombre, entra a la parte la fortuna; ¿y acaso porque á Heraclides le hiciera desleal y malo la envidia habia de estragar Dion su virtud con la ira? Porque el que sea más justo el vengarse y tomar satisfaccion que el ser el primero en ofender es determinacion de la ley, cuando por naturaleza ambas cosas provienen de la misma debilidad; y si bien el borrar la maldad del hombre no es cosa muy hacedera, no es tampoco tan ardua y desesperada, que no pueda hacérsele cambiar, vencida por los favores del que muchas veces se empeña en hacer bien.

En consecuencia de estos discursos dejó Dion ir libre á Heraclides; y volviendo su cuidado á la circunvalacion, dió órden de que cada uno de los Siracusanos, cortando una estaca de valladar, la trajera y pusiera junto al muro, y empleando por la noche á sus soldados miéntras los Siracusanos descansaban sin que nadie lo entendiese, dejó