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Plutarco.—Las vidas paralelas.

cercada la ciudadela: de manera que al dia siguiente sorprendió á los ciudadanos, no menos que á los enemigos, con la presteza de tamaña obra. Dió luego sepultura á los Siracusanos que habian muerto; y habiendo rescatado los cautivos, que no bajaban de dos mil, convocó á junta pública. Presentôse en ella Heraclides, haciendo la proposicion de que se nombrara á Dion generalísimo de tierra y de mar; y habiendo sido admitida de los buenos ciudadanos que querian se sancionase, la muchedumbre marinera y artesana concitó una sedicion, manifestándose disgustada de que Heraclides quedara despojado del mando del mar, por parecerle que si bien en lo demas Heraclides no estaba adornado de grandes cualidades, á lo ménos era infinitamente más popular que Dion y más manejable para la plebe, Condescendió en esto Dion, y restituyó á Heraclides el mando de la armada; pero habiéndose opuesto a los que insistian sobre el repartimiento de terrenos y de las casas, anulando lo que acerca de esto se había antes establecido, indispuso y enajenó los ánimos, de donde tomó otra vez ocasion Heraclides, y acantonado en Mesena, sedujo á los soldados y marineros que con él se hallaban, y los irritó contra Dion, baciéndoles entender que aspiraba á la tiranía; y al mismo tiempo hizo ocultamente un convenio con Dionisio por medio de Farage de Esparta. Llegáronlo á descubrir los principales ciudadanos de Siracusa, y se movió una sedicion en el ejército, de la que resultó escasez y hambre en Siracusa; en términos que el mismo Dion quedó sin saber qué hacer, é incurrió en la reprension de sus amigos, que le hacian cargo de haber fomentado contra si á un hombre como Heraclides, intratable y pervertido por la envidia y por la maldad.

Hallándose Farage acampado junto á Nápoles en el campo de Agrigento, condujo Dion á los Siracusanos, con intento de pelear con él en otra oportunidad; pero como Heraclides y la marinerta gritasen que Dion no queria termi1 1