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Plutarco.—Las vidas paralelas.

acabando el muro con que le circunvalaban; y como no socorriendo nadie á los sitiados les faltasen los víveres, y los soldados extranjeros se les hubiesen insubordinado, perdió el hijo de Dionisio toda esperanza, y entrando en conciertos con Dion, le entregó el alcázar con las armas y todos los pertrechos de guerra; recogió la madre y las hermanas, y cargando cinco galeras marchó á unirse con el padre, dejándole partir Dion con toda seguridad, y no quedando Siracusano alguno que no saliera á gozar de aquel espectáculo; tanto, que los que se hallaban ausentes se quejaban de no haber visto aquel dia en que el sol empezaba á alumbrar á Siracusa libre. Y si áun ahora entre los grandes ejemplos que se refieren de la mudanza de fortuna, es el mayor y más notable éste del destierro de Dionisio, ¿cuál debió ser entonces el gozo de aquellos ciudadanos? ¿y qué debieron pensar los que con tan pocos medios destruyeron la más poderosa tiranía que jamás se habia visto?

Como Dion luego que dió la vela Apolócrates se encaminase al alcázar, no pudieron aguantar más las mujeres que en él habian quedado, ni esperaron á que entrase, sino que corrieron á la puerta, Aristómaca llevando de la mano al hijo de Dion, y Arete yendo en pos de ésta, llorando é incierta de cómo habia de saludar al marido, habiendo estado enlazada con otro. Abrazó Dion primero á la hermana y despues al bijo; y entónces Aristomaca, presentando á Arete, «hemos sido desdichadas, le dijo, oh Dion, durante tu destierro: con tu venida y lu victoria nos has librado de opresion y angustia á todos nosotros, á excepcion de ésta, á quien yo miserable he visto ser por fuerza, vivo tú, casada con otro. Ahora, pues, que la fortuna nos ha puesto en tu poder, di cómo tomas la necesidad en que esta infeliz se ha visto, y si te ha de abrazar como tio, ó como marido.» Dicho esto por Aristomaca, no pudiendo Dion contener las lágrimas, aprazó con el mayor cariño á