Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo V (1880).pdf/19

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
21
Demetrio.

el mismo Antígono contendia con su ejército en la carrera de ida y vuelta, llamada Diaulo, excelentemente y con mucha prontitud al principio, pero que despues poco a poco fué cediendo aquella fuerza; y al fin cansado hubo de aflojar, y falto de respiracion con dificultad bizo la vuelta. Fatigado, pues, por tierra con escaseces de toda especie, como Demetrio hubiese corrido una gran borrasca, habiendo estado expuesto á estrellarse en playas abiertas y dificiles y perdido muchas naves, tuvo que volverse sin haber hecho cosa alguna. Hallábase entonces en los ochenta años de edad ó poco ménos, y no estando en disposicion de conducir por sí los ejércitos, más por la gran mole y pesadez de su cuerpo, que por la vejez, se valia del hijo, que por su buena suerte y por su pericia administraba perfectamente los mayores negocios; no incomodándole su lujo, su profusion y sus festines: porque si bien en tiempo de paz se excedia en estos desahogos, entregándose en el ocio á los placeres sin cuenta ni reparo, en la guerra estaba tan vigilante y despierto como los más sobrios por carácter. Dícese que dominándole ya del todo Lamia, de vuelta de un viaje saludó Demetrio á Antígono besándole; y éste le dijo sonriéndose: «Parece, hijo, que besas á Lamia.» En otra ocasion habia pasado muchos días en francachelas, y dando por excusa que una fluxion era la que le habia impedido verle: «Lo sé, respondió Antigono; ¿pero esa fluxion era del de Taso, & del de Quio?» Habiendo sabido otra vez que se hallaba enfermo, fué á verle, y en la puerta se encontró con un jovencito muy lindo. Entró, y sentándose junto á él, le tomó la mano, y diciéndole Demetrio: «Ahora mismo se ha ido la calentura.

—Cierto, le contestó, hijo mio, en la puerta la he encontrado yo cuando entraba.» ¡Con tanta indulgencia llevaba estos extravíos del hijo por su conducta en lo demas! Porque los Escitas, mientras beben y se embriagan, tiran las cuerdas de los arcos, como para despertar el valor relajado por