Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo V (1880).pdf/192

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
194
Plutarco.—Las vidas paralelas.

logró hacerse ilustre y apoderarse de Siracusa, lo que participó á la misma ciudad de Atenas, á la que despues de los Dioses debia reverenciar y temer, habiéndose arrojado así á la maldad. Pero parece que es cierto lo que se dice, que aquella ciudad, si los hombres buenos se dan á la virtud, los produce excelentes; y si los malos siguen la senda del vicio, son los más perversos, así como su terreno da la miel más sabrosa y la cicuta más mortífera. Pero no por largo tiempo estuvo Calipo siendo una acusacion de la fortuna y de los Dioses, de que miraban con indiferencia á un hombre que habia adquirido por medio de tal impiedad tan grande mando y tanto esplendor; porque muy presto pagó la pena merecida, pues habiendo intentado tomar á Catana, al punto perdió á Siracusa; de manera que se refiere haber dicho él mismo que habia perdido una ciudad por tomar una raedera. Invadiendo despues á Nesana, perdió á la mayor parte de los soldados, entre ellos los que habian dado muerte á Dion; y no queriendo recibirle ninguna ciudad de la Sicilia, sino ántes aborrecióndole y desechándole todos, se acogió por último á Regio.

All pasándolo miserablemente, y no pudiendo asistir á las tropas asalariadas, fué muerto por Leptines y Poliperconte, que usaron casualmente del mismo sable con el que dicen haberlo sido Dion, conociéndolo en el tamaño, por que era corto como todos los de Esparta, y muy pulido y gracioso en su hechura; y de este modo pagó Catipo su merecido. Por lo que hace á Aristomaca y Arete, luego que fueron sueltas de la cárcel, vinieron á poder de Iquetes de Siracusa, que habia sido uno de los amigos de Dion, el que al principio dió muestras de ser fiel á la amistad y tratarlas con decoro; pero seducido, por último, de los enemigos de Dion, les previno una embarcacion como para enviarlas al Peloponeso, y mandó que en la travesta las diesen muerte y las arrojasen al mar; y no falta quien diga que vivas las sumergieron, y al hijo con ellas. Pero tam