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BRUTO.

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Zi BRUTO.

201 ól. Reflérese asimismo que cuando en el Senado se estaba tratando de aquella terrible conjuracion de Catilina, que estuvo á punto de arruinar la república, contendian entre sí Caton y César, siendo de distinto dictámen. En esto le entraron á César un billete que se puso á leer para sí, clamando Caton que César ejecutaba una accion muy reparable en recibir avisos y billetes de los enemigos; y como muchos se mostrasen tambien inquietos, entregó César el billete á Caton, el cual luego que vió ser un billete amoroso de su hermana Servilia, se lo tiró á César, diciéndole:

««Toma, borracho;» y volvió á continuar au discurso: ¡tan sabidos y públicos eran los amores de Servilia con César!

Padecida aquella gran derrota, Pompeyo se retiró por mar, y cercado el campamento, Bruto pudo anticiparse á salir por una puerta dirigiéndose á un sitio pantanoso, inundado de agua y poblado de cañas, del que marchó aquella noche llegando sin tropiezo á Larisa; y habiendo escrito desde allí, César celebró saber que se habia salvado, y mandándole que fuese á su campo, no sólo le dió por quito de toda culpa, sino que le mantuvo á su lado honrándole como al que más. Nadie sabía decirle el camino que habia tomado Pompeyo, con lo que César estaba en la mayor incertidumbre; pero marchando sólo con Bruto procuró sacarle el pecho, y habiendo juzgado por ciertas expresiones que Bruto habia conjeturado acertadamente acerca de la fuga de Pompeyo, abandonando toda otra ruta, se dirigió al Egipto. A Pompeyo, pues, retirado á este reino, conforme Bruto lo habia pensado, allí le alcanzó su bado; mas éste templó tambien la ira de César respecto de Casio. Tomando por su cuenta defender en Nicea al rey Deyotaro, quedó vencido por lo grave de los cargos; pero rogando y suplicando por él, le salvó gran parte de su reino. Reflérese que César la primera vez que oyó hablar en público á Bruto, prorumpió en esta expresion: «Este jóvez no sé qué es lo que quiere; pero todo lo que quiere,