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BRUTO.

tra el de Antonio; y haciendo otros donativos, ganó y atrajo el suyo á muchos de los que habian militado bajo César.

Como Ciceron por su odio contra Antonio favoreciese los conatos de César, Bruto le reprendió ásperamente, escribiéndole que Ciceron no esquivaba tener un señor, sino que lo que temia era un señor que le aborreciese, y trabajaba por la eleccion de una servidumbre más benigna, escribiendo y diciendo que César era humano, «y nuestros padres, añadia, no podian sufrir señores por más benignos y suaves que fuesen; y que si bien entonces no se determinaba a hacer la guerra, tampoco á estarse absolutamente en ocio; pues lo que tenía firmemente resuelto era no ser esclavo, admirándose de que Ciceron temiese la guerra civil y sus peligros, y no mirase con horror una paz ignominiosa é indigna, pidiendo por salario de derribar á Antonio el teBer á César por tirano.» Así hablaba Bruto en sus primeras cartas; pero cuando ya todo quedó dividido entre César y Antonio, y los ejércitos se vendían como en subasta al que más daba, desesperando enteramente de los negocios, determinó dejar la Italia, y á pié se encaminó á Elea en busca del mar por la Lucania. Debiendo Porcia regresar desde allí á Roma, queria ejecutarlo sin noticia de Bruto, por la gran pena que la causaba; pero un cuadro le hizo traicion y la descubrió en medio de que era mujer de mucho espíritu, porque conlenía un suceso griego que era la despedida de Hector, llevándose consigo Andrómaca el hijo, y quedándose con los ojos fijos en aquél. La representacion de este acto tan tierno le arrancó á Porcia las lágrimas, y yéndosele todo el dia en mirarle, prorumpia en sollozos; y como Acilia, uno de los amigos de Bruto, recitase aquellos versos de Andrómaca á Hector:

Tú me eres, Hector, padre y madre cara, Y amado hermano, y floreciente esposo,