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Plutarco.—Las vidas paralelas.

atrevieron á hacer ninguna demostracion; y que habióndose visto llorar á Publio Silicio, por este solo motivo de allí á poco fué uno de los proscriptos á muerte. Despues reconciliados entre sí los tres, César, Antonio y Lépido, se repartieron las provincias y extendieron tablas de proscripcion á muerte de doscientas personas, entre las que murió Ciceron.

Anunciados en la Macedonia estos sucesos, no pudo contenerse Bruto de escribir á Hortensio que diera muerte á Cayo Antonio en debida satisfaccion por Decio Bruto y por Ciceron; por éste como amigo, y por aquél en razon del deudo de parentesco que con él tenía. Por lo tanto, habiendo venido despues Hortensio en Filipos á las manos de Antonio, le dió éste muerte sobre el sepulcro de su hermano. Dícese de Bruto haber sido más la vergüenza que le causó el motivo de la muerte de Ciceron, que el dolor que sintió por ella; lo que echó en cara á sus amigos de Roma, diciéndoles que más servían por culpa suya propia que por culpa de los tiranos, viendo y presenciando cosas que ni oirse podian con paciencia. Pasando, pues, al Asia el ejércilo, que ya era brillante, se dedicó á prevenir y formar su armada en la Bitinia y en las cercanías de Cizico; y recorriendo por tierra las ciudades, procuró mantenerlas en sujecion, dió audiencia á los poderosos, y escribió á Casio llamándole del Egipto á la Siria; pues siendo así que ellos no tanto ejercian una magistratura, cuanto que se constituian en libertadores de su patria, traian divididas y errantes aquellas fuerzas con que habian de destruir á los tiranos, cuando convenia que puesta la atencion y el cuidado en aquel propósito, no se alejaran mucho de la Italia, sino que á ella marcharan para ir en socorro de los ciudadanos.

Como Casio se hubiese mostrado pronto y bajase á su llamamiento, fué á encontrarse con él, y se vieron por primera vez en Esmirna desde que separados en el Pireo, el uno se habia encaminado á la Siria y el otro á la Macedo,