Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo V (1880).pdf/219

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
221
BRUTO.

que Ciceron y otros muchos le escribian de Roma que se deshiciese de él; pero cuando ya empezó á tentar á los jefes y á promover alteraciones, lo puso preso en una nave. Los soldados seducidos por él se marcharon entónces á Apolonia; y como llamasen á Bruto para que fuese á tratar con ellos, les respondió que esto era ajeno de las costumbres patrias, segun las cuales ellos eran los que debian ir en busca del general para tratar de aplacar su enojo por el yerro cometido; y habiéndolo así ejecutado, les concedió el perdon.

Estando para trasladarse al Asia, le llegaron nuevas de las mudanzas ocurridas en Roma, porque el nuevo César al principio habia sido fomentado por el Senado contra Antonio; pero despues que hubo arrojado á éste de la Italia, ya él mismo habia empezado á causar justos recelos, aspirando al consulado contra la ley, y manteniendo numerosas tropas cuando la república para nada las habia menester. Como él viese, pues, que esto el Senado lo llevaba á mal, y que dirigia sus miradas afuera, fijándolas en Bruto, á quien habia hecho confirmar por nuevo decreto sus provincias, comenzó á. temer; y además de enviar personas que solicitaran á Antonio á hacer amistad con él, acantonando las tropas en los contornos de la ciudad, obtuvo el consulado, siendo apénas mozo de veinte años, como él mismo lo escribió en sus Comentarios. Intentó en seguida causa capital contra Bruto y sus cómplices por ha ber dado muerte sin juicio precedente á un hombre tan principal como César, constituido en las mayores dignidades, y presentó por acusadores, de Bruto á Lucio Cornificio, y á Marco Agripa de Casio. Declaradas por desiertas las causas, los jueces tuvieron por fuerza que pronunciar sentencia condenatoria; y se dice que al llamar el pregonero á Bruto á juicio desde el tribunal, segun es de estilo, la muchedumbre abiertamente prorumpió en sollozos; que los primeros ciudadanos bajando los ojos á tierra no se