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Plutarco.—Las vidas paralelas.

hasta la tercera vigilia, que era cuando solian entrar á haNarle los centuriones y tribunos. Estando, pues, para pasar el ejército del Asia, era ya muy avanzada la noche, la tienda tenía luz bastante escasa, el ejército todo estaba en el mayor reposo, y hallándose meditando y echando cuentas entre sí sobre tantos asuntos, le pareció que entraba alguno. Volvióse á mirar á la puerta, y notó la terrible y fiera vision de un cuerpo de extraordinario aspecto que estaba en silencio al lado de su lecho. Tuvo resolucion para hablarle y hacerle esta pregunta: ¿Quién eres tú, Beas Dios ú hombre, y á qué has venido aquí? Y la fanlasma le contestó: «Soy, oh Bruto, tu mal Genio, y me verás en Filipos;» á lo que Bruto le repuso sin turbarse:

«Bien, le veré.» Desaparecido que hubo el espectro, llamó á sus criados, que le dijeron no haber oido voz alguna ni notado ninguna vision, y por entonces continuó en su vigilia; pero luego que se hizo de dia, se fué á ver á Casio y le refirió lo ocurrido. Éste, que se hallaba imbuido en los principios de Epicuro, y en tales disputas solia estar en oposicion con Brato: Doctrina nuestra es, le dijo á Bruto, que no es cierto todo lo que padecemos ó vemos, sino que la sensacion es una cosa fugitiva y falaz, siendo todavía la mente más pronta que ella, y dotada de la facultad de mudarla, sin que preceda causa conocida en toda especie ó forma; porque la impresion es semejante á la cera, y el alma del hombre, que tiene en sí lo figurado y lo que figura, tiene el poder de variar y figurar fácilmente por sí una misma cosa; lo que se ve claro en las mudanzas y rarezas de los ensueflos mientras dormimos, volviéndolas y revolviéndolas la fantasia de muy leve principio, y presentándonos toda especie de afectos é imágenes. En su poder está moverse cuando quiera, y su movimiento es ó imaginacion ó conocimiento; y tu cuerpo mortificado tiene pendiente y agitado para estas conversiones tu espíritu. Por lo que hace á