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Plutarco.—Las vidas paralelas.

campamento, y áun á Bruto le habian mostrado algunos sus espadas teñidas en sangre para hacerle entender que lo babian muerto, y le decian cuál era su edad y su ügura.

Tambien el centro habia rechazado á los contrarios con gran mortandad, viéndose bien claro que Bruto habia vencido y que habia sido derrotado Casio; y esto solo fué lo que enteramente los perdió, no habiendo aquél socorrido á Casio por creerle vencedor, y no aguardando éste á Bruto por juzgarle vencido; pues Mesala ponía el término de la victoria en haberle tomado tres águilas y muchas insignias á los enemigos, no habiendo tomado ellos ninguna. Al retirarse Bruto despues de saqueado el campamento de César, se admiró de no ver entre esto el pabellon pretoriano de Casio sobresaliendo, como es de costumbre, ni tampoco las otras tiendas segun el sitio que debian ocupar, pues realmente las más habian sido derribadas y tiradas luego que los enemigos cayeron sobre el campamento. Los que adelantaban más sus observaciones, decian que veian muchos morriones resplandecientes y escudos de plata discurrir por el campamento de Casio, pareciéndoles que ni en el número ni en la clase eran aquellas las armas del piquete de guardia, pero que por otra parte no se descubria el número de cadáveres que era consiguiente si tantas legiones hubiesen sido vencidas de poder á poder. Esto tué lo que dió á Bruto la primera sospecha de lo sucedido, y dejando una guardia en el campamento de los enemigos llamó á los que les seguian el aleance para ir en socorro de Casio.

Lo que á éste ocurrió fué lo siguiente: no habia visto con gusto aquella primera carga de los soldados de Bruto, dada sin seña y sin órden; ni le habia agradado tampoco el que inmediatamente que hicieron ceder á los enemigos, sin pensar en cortarlos y envolverlos, se hubiesen entregado al saqueo y pillaje. Cargóle á él mismo el ala derecha de los enemigos, más bien por cierto cuidado y deteni-