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Plutarco.—Las vidas paralelas.

miento. En fin, los Atenienses condenaron á muerte á Timagoras por causa de soborno.

En una cosa dió gusto Artajerges á los Griegos por tantas con que los habia mortificado; y fué en dar muerte á Tisafernes, que les era el más enemigo y contrario, y se la dió por sospechas que contra él le hizo concebir Parisatis; pues no le duró mucho al Rey el enojo, sino que luego se reconcilió con su madre y la envió á llamar, haciéndose cargo de que tenía talento y un ánimo digno del tróno, y de que ya no mediaba causa ninguna por la que hubieran de recelar disgustarse viviendo juntos. Desde entonces, conduciéndose en todo á gusto del Rey, y no mostrándose displicente por nada que biciese, adquirió con él el mayor poder, alcanzando cuanto queria; y esto mismo la puso en estado de observar que el Rey estaba apasionadamente enamorado de Atosa, una de sus hijas, aunque por respeto á la madre ocultaba y reprimia esta pasion, como dicen alganos, no obstante que tenía ya trato secreto con aquella jóven. No bien lo hubo rastreado Parisatis, cuando empezó a hacerle mayores demostraciones que antes, y á Artajerges le ponderaba su belleza y sus costumbres como propiamente régias y dignas del más alto lugar. Persuadióle por fin que se casase con aquella doncella y la declarase su legitima mujer, no haciendo caso de las opiniones y leyes de los Griegos, pues para los Persas él habia sido puesto por Dios como ley y norma de lo torpe y de lo honesto. Todavía añaden algunos, de cuyo número es Heráclides de Cumas, que Artajerges se casó tambien con su otra hija Amestris, de la que hablaremos más adelante. A Atosa la amó el padre con lal extremo despues del matrimonio, que habiéndosele plagado el cuerpo de hérpes, no se apartó de su amor por esta causa ni lo más mínimo, y solo hizo plegarias por ella á Juno; la adoró sola entre los Dioses, llegando á tocar con las manos la tierra, é hizo que los sátrapas y sus amigos le enviaran tantas ofrendas, que