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Plutarco.—Las vidas paralelas.

der tan grave peligro, no dando valor á la denuncia; pero áun le pareció más fuerte y terrible el darlo por cierto sin ninguna prueba. Tomó, pues, este partido: al eunuco le mandó que estuviera sobre ellos y los siguiese; y él hizo que en el dormitorio abrieran agujero en la pared que esLaba á espaldas del lecho, y poniéndole puertas, cubrió éstas con un tapiz. Llegada la hora, y avisado por el eunuco del momento de la ejecucion, se estuvo en el lecho, y no se levantó de él hasta haber visto los rostros de los agresores y conocidolos bien. Cuando vió que desen vainaban las espadas y se encaminaban en su busca, levantó sin diJacion el tapiz y se retiró á la cámara inmediata cerrando con estrépito las puertas. Vistos por él los matadores sin que hubiesen podido ejecutar su hecho, dieron á huir por la puerta por donde entraron, y decian á Tiribazo que escapara, pues que habian sido descubiertos, y los demas se dispersaron y huyeron; pero Tiribazo iba á ser preso, y dando muerte á muchos de los guardias, con dificultad acabaron con él herido de un dardo arrojado de lejos. Para Darío, que fué preso con sus hijos, convocó Artajerges los jueces régios, no hallándose él presente, sino haciendo que otros le acusaran, y dando órden de que los dependientes escribieran el dictámen de cada uno, y se lo llevaran. Votaron todos con uniformidad, condenándole á muerte, y los ministros lo pasaron á la pieza próxima. Llainado el verdugo, vino prevenido del cuchillo con que se cortaba la cabeza á los sentenciados; pero al ver á Darío se quedó pasmado y se retiró mirando á la puerta, y manifestando que no podia ni se atrevia á poner mano en el Rey: gritábanle y amenazábanle en tanto desde afuera los jueces, con lo que volvió, y tomando á Dario con la otra mano por los cabellos, y acercándolo á sí, con el cuchillo le cortó el cuello. Dicen algunos que estuvo el Rey presente al juicio, y que Darío cuando se vió convencido con las pruebas, postrándose en el suelo, rogó y suplicó: pero