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Plutarco.—Las vidas paralelas.

ora se mire á la osadía, ora á la felicidad del éxito, con las más ilustres y señaladas, como los sucesos no tardaron en comprobarlo. Porque los de Megara, deserlándo del partido de Antigono, se unieron con Aralo; y los de Trecene con los de Epidauro se incorporaron con los Aqueos. Abriendo él la primera salida acometió al Alica, y pasando á Salamina, la laló usando de las fuerzas de los Aqueos, como si las hubiera sacado de una cárcel para todo cuanto queria. Restituyó á los Atenienses los hombres libres sin rescale, dándoles este principio y motivo de defeccion. Hizo á Tolomeo aliado de los Aqueos, dándole el mando para la guerra, así por tierra como por mar. Era tan grande su poder entre los Aqueos, que ya que no fuese permitido ser general todos los años, lo elegian un año sin otro, y en la realidad y en la opinion siempre tenía el mando; por ver que ni riqueza, ni gloria, ni la amistad con los reyes, ni eli bien particular de su patria, y, en fin, que ninguna olra cosa, anteponia al aumento y prosperidad de la liga de los Aqueos; porque creia que siendo débiles las ciudades cada una de por sí, se salvaban unas con olras enlazadas con el vínculo de la utilidad comun; y al modo que en los cuerpos los miembros viven y respiran por la juntura de unos con otros, y cuando se separan y desunen se sigue la gangrena y la corrupcion, así tambien las ciudades son destruidas y arruinadas por los que dividen sus intereses, y se aumentan y crecen unas con otras cuando siendo partes de un todo grande, es una misma la razon que los gobierna.

Como viese que los pueblos principales entre los circunvecinos gozaban de independencia, incomodado con que loa Argivos estuviesen esclavizados, armó asechanzas para quitar del medio á su tirano Aristómaco, queriendo de una parte remunerar á la ciudad con la libertad por la educaeion allí recibida, y de otra agregarla á los Aqueos. Encontráronse algunos que se resolvian á ello, al frente de los