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ARATO.

para que ninguno se las apropiara, sino que por el morrion se viera quién se habia hecho amo de cada una. Estando, pues, en esta disposicion, y siendo este su porte, les llegó repentinamente la noticia del acontecimiento de arato; y cayendo en ellos el sobresalto que era natural en semejante desórden, ántes que todos supieran el peligro, los primeros dando en los Aqueos huyeron, vencidos ya de antemano; y ahuyentados en tropel llenaron de confusion á los que se iban reuniendo para venir en su socorro.

En este tumulto, una de las cautivas, hija de Epiquetes, varon muy principal, y ella sobresaliente en la belleza y estatura de cuerpo, se hallaba acaso en el templo de Diana, donde la habia colocado el comandante de las tropas escogidas, que la habia elegido para si poniéndole el morrion con los tres penachos. Corriendo, pues, velozmente al tumulto, luego que estuvo á la puerta del templo y se puso á mirar desde arriba á los que peleaban teniendo en la cabeza los tres penachos, para sus mismos ciudadanos fué un espectáculo sobrehumano, y á los enemigos, pareciéndoles que tenian delanto una vision divina, les causó Lerror y espanto, sin que pudiera ninguno valerse de las armas. Dicen los mismos Pelenios que á la imágen de la Diosa por lo comun la dejan inmoble; pero cuando movida por la sacerdotisa es llevada en procesion, nadie se atreve á mirarla, y ántes todos apartan la vista; pues no sólo para los hombres es objeto de miedo y espanto, sino que hasta los árboles se hacen infructiferos y se marchitan los frutos en el término por donde pasa. Añaden que en esta ocasion la sacó la sacerdotisa, y volviéndola siempre de frente á los Etolios, se quedaron estúpidos y perdieron la razon; pero Arato nada de esto dice en sus Comentarios, sino solamente que derrotó á los Etolios, y cargando á los quo huian hacia la ciudad, los arrojó de ella á viva fuerza, matándoles selecientos hombres. La hazaña fué una de las