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Galba.

que vinieran en pos de él. Mas el movimiento en Roma era todavía sordo, y un cierto respeto á Galba presente embotaba y reprimia el deseo de novedades; y al mismo tiempo el no descubrirse principio ninguno de mudanza, los contenia tambien y les hacía disimular su descontento. A los que antes estuvieron a las órdenes de Verginio, y ahora á las de Flaco, como, teniéndose por dignos de grandes premios por la batalla reñida contra Vindex, nada hubiesen alcanzado, no podian aquietarlos sus jefes; y del mismo Flaco, que atacado de una terrible gota no podía valerse de su persona, y que no tenía experiencia de negocios, absolutamente no hacian cuenta para nada. Hubo en una ocasion espectáculos, y al pronunciar los tribunos y centuriones la plegaria usada entre los Romanos de prosperidad, se alborotó y tumultuó la muchedumbre, y despues, insistiendo aquellos en la plegaria, lo que respondieron fué: si lo merece.

Repitiéndose muchas veces iguales ó semejantes insultos de parte de los soldados de Tigelino, los procuradores dieron ya parte á Galba; y recelando éste que quizá no era mirado con desden solamente por su vejez, sino tambien por no tener hijos, empezó á pensar en adoptar á uno de los mancebos ilustres, y en declararle sucesor del imperio.

Habia un Marco Oton, varon no oscuro en linaje, pero muy desde luego conocido y señalado entre los jóvenes romanos por su lujo y por su disipacion; y así como Homero nombra muchas veces á Alejandro Páris De Helena esposo la de rubias trenzas, no teniendo ninguna otra prenda por donde debiera ser alabado; igualmente éste tuvo nombre en Roma por su matrimonio con Popea, de la que Neron se enamoró estando casada con Crispino; y como aún respetase á su mujer y temiese á la madre, echó por tercero á Oton para que