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Plutarco.—Las vidas paralelas.

buena voluntad que en general le tenian; y diciendo que solo se ocultaban allí unos pocos mal intencionados que desacreditaban su moderacion y la buena disposicion de los demas, les rogaba que lo sintieran con él y le ayudaran á castigarlos. Aplaudiendo todos, é inflamándole se prendió sólo á dos, cuyo castigo no habia de ser sentido de nadie, y con él se dió por satisfecho.

Los que desde luego le eran aficionados y tenian confianza en él, hablaban admirados de esta mudanza; pero otros no veian en estas cosas más que una política necesaria en el momento, á fin de adquirir popularidad para la guerra. Porque ya se sabía de positivo que Vitelio habia tomado la dignidad y el poder de emperador, y continuamente llegaban correos con noticia de que se le agregaba alguna fuerza más. Para eso otros anunciaban que los ejércitos de la Panonia, la Dalmacia y la Misia con sus generales habian elegido á Oton; y al cabo de poco vinieron cartas favorables de Muciano y Vespasiano, que tenian poderosos ejércitos, aquél en la Siria y éste en la Judea. Engreido de ánimo con estas nuevas, escribió á Vitelio amonestándole á que sólo pensara en su regalo, proponiéndole que le daria bienes y una ciudad donde pudiera con reposo vivir cómoda y alegremente. Contestóle éste por el mismo estilo con cierta burla, al principio templadamente; pero irritados despues se escribieron mil insolencias y dicterios, no con falta de verdad, pero sf con falta de juicio, y de un modo que daba que reir, cuando el uno motejaba al otro de vicios que eran comunes á ambos. Porque en cuanto á desarreglo, molicie, impericia en las cosas de la guerra, pobreza ántes é inmensas deudas despues, sería bien dificil discernir cuál de los dos estaba ménos tiznado de estos vicios. Dícese que ocurrieron señales y apariciones; pero fuera de las siguientes, las demas se fundaban en relaciones ambiguas ó que no tienen autor cierto. En el Capitolio habia una victoria que regía un carro, y todos vieron las