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OTON.

riendas aflojadas de las manos, como que no podia tenerlas. En la isla que hay en medio del rio, la estatua de Cayo César, sin preceder pi terremoto ni viento, se volvió del Occidente al Oriente, lo que dicen sucedió en aquellos dias en que Vespasiano se apoderó ya abiertamente de la autoridad. Tambien lo ocurrido con el Tiber se tuvo comunmente por señal infausta, pues aunque era el tiempo en que los rios tomaban más agua, nunca antes habia subido tanto ni causado tantas ruinas y destrozos, extendiéndose é inundando una gran parte de la ciudad, especialmente la plaza donde venden el trigo; de tal manera, que por muchos dias hubo grande escasez.

Cuando ya se anunció que Cecina y Valente, generales de Vitelio, ocupaban los Alpes, en Roma Dolabela, uno de los patricios, dió sospechas á los pretorianos de que pensaba en novedades. Contentóse, pues, fuese por temerle á él ó á otro, con enviarle la ciudad de Aquino, inspirándole por lo demas confianza. Eligiendo entre los magistrados los que habian de ir con él á campaña, nombró por uno de ellos á Lucio, hermano de Vitelio, sin quitar ni añadir nada á los honores con que se hallaba condecorado. Tomó especial cuidado de la madre y la mujer de Vitelio, haciéndoles entender que nada tenian que recelar. Nombró prefecto de la ciudad á Flavio Sabino, hermano de Vespasiano, ya lo hiciese en honor de Neron, porque de éste habia recibido Sabino este cargo que despues le quitó Galba, ó ya quisiese dar pruebas á Vespasiano de su afecto y confianza, adelantando á Sabino; y él se quedó en Brischelo, ciudad de la Italia sobre el Pó. De generales de los ejércitos envió á Mario Celso y Suetonio Paulino, y además de éstos á Galo y Espurina, varones muy principales, pero que no podian en los negocios obrar segun su propio dictámen, como lo habia creido, por la insubordinacion é insolencia de los soldados, que se desdeñaban de obedecer á otros, estando engreidos con que á ellos les debía el Emperador su auto-