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Plutarco.—Las vidas paralelas.

tes como una fiera, no le quedó más arbitrio que valerse de los puños; por lo que taló el país, y trabando combate con Seleuco, que fué el que acometió, llevó siempre to mejor. Como en una ocasion quisiesen acosarle con los carros falcados, logró rechazarlos, y haciendo retirar á los que guarnecian las gargantas de la Siria, se apoderó de ellas. Cobró ya espíritu; y viendo tambien alentados á los soldados, se dispuso á combatir echando el resto contra todo el poder de Seleuco, que ya tambien empezaba á vacilar; porque había desechado los socorros de Lisimaco por lemor y desconfianza, y no se resolvia á entrar solo en lid contra Demetrio, recelándolo todo de su precipitacion y de aquella continua mudanza que de la última miseria lo elevaba á las mayores prosperidades. Mas en esto una gravísima enfermedad que acometió á Demetrio lo puso en su persona muy á los últimos, y destruyó de todo punto sus negocios: porque de sus tropas unos se pasaron á los enemigos, y otros se desertaron. A los cuarenta dias, convalecido apenas, recogió lo que le habia quedado, é bizo algun esfuerzo, cuanto mostrarse y dar á entender á los enemigos que se dirigia á la Cilicia; pero levantando á la noche el campo sin hacer señal alguna, tomó la direccion opuesta, y pasando el Amano, taló todo el país bajo hasta la Cirristica.

Sobrevino Seleuco, y habiendo puesto cerca su campamento, levantando el suyo Demetno, marchaba de noche contra él, que estaba distante de sospecharlo, entregado al sueño; pero advertido por algunos que se pasaron del peligro que le amenazaba, se levantó asustado, y mando que se diera la señal, calzándose y gritando á un tiempo á sus amigos que tenía sobre sí una terrible fiera. Conoció Demetrio por el alboroto que percibia en el campo enemigo que se le habia hecho traicion, y se retiró precipitadamente. Vióse á la mañana acometido de Seleuco, y enviando á uno de los de su confianza para mandar la otra