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Plutarco.—Las vidas paralelas.

muerto, lo envolvió y enterró con aparato regio. Con estos hechos dejó gran memoria de si en Alejandría, y adquirió nombre y fama entre los soldados romanos.

Agregábase á esto la noble dignidad de su figura, teniendo la barba poblada, la frente espaciosa, la nariz aguileña, de modo que su aspecto en lo varonil parecia tener cierta semejanza con los retratos de Hércules pintados y esculpidos; y áun habia una tradicion antigua, segun la cual los Antonios eran Eraclidas, descendientes de Anteon, hijo de Hércules; y además de parecer que se confirmaba esta tradicion con su figura, segun se deja dicho, procuraba él mismo acreditarlo con su modo de vestir, porque cuando habia de mostrarse en público llevaba la túnica ceñida por las caderas, tomaba una grande espada, y se cubria de un saco de los más groseros. Aun las cosas que chocaban en los demas, su aire jactancioso, sus bufonadas, el beber ante todo el mundo, sentarse en público á tomar un bocado con cualquiera, y comer el rancho militar, no se puede decir cuánto contribuian á ganarle el amor y aficion del soldado. Hasta para los amores tenia gracia, y era otro de los medios de que sacaba partido, terciando en los amores de sus amigos, y contestando festivamente á los que se chanzeaban con él acerca de los suyos. Sa liberalidad, y el no dar con mano encogida ó escasa para socorrer á los soldados y á sus amigos, fué en él un eficaz principio para el poder; y despues de adquirido sirvió en gran manera para aumentarlo, á pesar de los millares de faltas que hubieran debido echarlo por tierra. Referiré un solo ejemplo de su dadivosa liberalidad: mandó que á uno de sus amigos se le dieran doscientas cincuenta mil dracmas: esto los Romanos lo expresan diciendo diez veces. Admiróse su mayordomo; y como para hacerle ver lo excesivo de aquella suma pusiese en una mesa el dinero, al, pasar preguntó qué era aquello, y respondiendo el mayordomo que aquel era el dinero que ha-