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Plutarco.—Las vidas paralelas.

trabajos y peligros, y que otros en tanto vivieran por é en un fastidioso lujo, insultando á los ciudadanos.

Parecia que con estas locuras fomentaba la sedicion y relajaba la disciplina militar, dando rienda á los soldados para insolencias y raterías. Por lo mismo, César á su vuelta perdonó á Dolabela, y elegido tercera vez cónsul, no tomó por colega á Antonio, sino á Lépido. Habia comprado Antonio la casa de Pompeyo, que habia sido puesta á subasta; y porque se le pedia el precio, se incomodó, llegando á decir que por esta causa no habia tomado parte en la expedicion de César al Africa, pues veia que no se daba la debida retribucion á sus primeras hazañas y victorias. Con todo, parece que César corrigió en alguna parte su atolondramiento y. disipacion con no mostrarse del todo insensible á sus desaciertos. Porque haciendo alguna mudanza en su conducta, pensó en casarse, y contrajo segundo matrimonio con Fulvia, la que antes habia estado casada con el alborotador Clodio, mujer no nacida para las labores de su sexo ó para el cuidado de la casa, ni que se contentaba tampoco con dominar á un marido particular, sino que queria mandar al que tuviese mando, y conducir al que fuese caudillo: de manera que Cleopatra debia pagar á Fulvia el aprendizaje de la sujecion de Antonio, por haberle tomado ya manejable, instruido desde el principio á someterse á las mujeres; y eso que tambien á esta intento Antonio hacerla con chanzas y bufonadas más jovial y festiva. A este propósito, se dirigia lo siguiente:

cuando César volvia de la victoria conseguida en España, salieron muchos á recibirle, y salió él tambien; pero habiendo llegado repentinamente á la Italia la voz de que muerto César se aproximaban los enemigos, se volvió á Roma; pero tomando el traje de un esclavo, se vino de noche á casa, y diciendo que traia una carta de Antonio para Fulvia, se entró desconocido hasta la habitacion de ésta, la cual, sobresaltada, antes de tomar la carta preguntó si