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ANTONIO.

los soldados de Lépido que le alargaban las manos y derribaban el valladar. Entrando, pues, y haciéndose dueño de todo, á Lépido lo trató con la mayor consideracion, porque le saludó apellidándole padre; y aunque en la realidad él lo mandaba todo, éste conservaba el nombre y honores de emperador; y esto hizo que tambien se le agregara Munancio Flaco, acantonado no muy lejos de allí con bastantes tropas. Fortalecidos de esta manera, volvió á pasar los Alpes hácia Italia, trayendo diez y siete legiones de infanlería y diez mil caballos; y además de esto todavía dejaba de guarnicion en la Galia seis legiones con un tal Vario, amigo y camarada suyo, al que por apodo llamaban Cotilon.

Ya César se desentendia de Ciceron viéndole decidido por la libertad; y por medio de sus amigos llamaba á Antonio á conciertos. Reuniéndose, pues, los tres en una isleta que formaba el rio, tuvieron tres dias de conferencias; y en todo lo demas se convinieron fácilmente, repartiendo entre sí toda la autoridad como pudieran una herencia paterna; pero en la contienda sobre qué ciudadanos eran los que habian de perder se detuvieron mucho, y les costó gran trabajo el avenirse, queriendo cada uno perder á sus enemigos y salvar á sus allegados. Finalmente, abandonando los que eran aborrecidos á la ira de los que los aborrecian, sin tener cuenta del deudo y honor del parentesco, ni de la gratitud de la amistad, César dejó á Ciceron en manos de Antonio, y en las de César éste á Lucio César, que era tio suyo por parte de madre; y á Lépido se le permitió malar á su hermano Paulo: otros dicen que Lépido cedió en cuanto á Paulo, siendo los otros los que pedian su muerte. Lo cierto es que no puede verse una cosa más atroz y cruel que estos cambios: porque permutande muertes por muertes, del mismo modo que á los que recibian mataban a los que entregaban; pero siempre eran más Injustos con los amigos, á quienes daban muerte sin aborrecerlos.