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Plutarco.—Las vidas paralelas.

sar por bueno. Comun es á todos conocer el precio de la virtud cuando caen en cualquiera desgracia ó afliccion; pero no es de todos el imilar lo que aprueban y huir de lo que vituperan, haciéndose fuertes contra la mala fortuna; y ántes algunos ceden de sus buenos discursos, y por debilidad se dejan arrastrar de sus hábilos y costumbres; mas Antonio en esta ocasion fué un admirable ejemplo para sus soldados, pasando de tanto regalo y opulencia á beber sin melindres agua corrompida, y á mantenerse de raíces y frutos silvestres; y áun, segun se dice, comieron curtezas y se resolvieron á usar de carnes nunca antes gustadas, al pasar los Alpes.

Su intento era tralar con las tropas que alli habia, mandadas por Lépido, que parecia ser amigo de Antonio, á causa de haber disfrutado por su mediacion del favor de César para muchos negocios. Llegando, pues, y acampándose cerca, cuando vió que no se hacía con él demostracion ninguna de amistad, se decidió á tentarlo todo. Llevaba el cabello desgreñado, y en el tiempo que habia mediado desde la derrota le habia crecido una espesa barba, tomó además la toga de duelo, y llegando en esta disposicion muy cerca del valladar de Lépido, empezó á hablarle.

Como muchos se hubiesen conmovido al verla, y mostrasen ablandarse con sus palabras, lemió Lépido; y haciendo tocar las trompetas, quitó con el ruido que pudiera ser oido Antonio. Mas en los soldados áun fué mayor por esto la compasion; y habiendo hablado en secrelo unos COB otros, le enviaron á Lelio y Clodio disfrazados con las ropas de unas mujerzuelas, para que dijesen á Antonio que acometiera sin miedo al valladar, porque había muchos que le recibirian; y si queria, darian muerte á Lépido. En cuanto á éste no permitió Antonio que se le tocase; pero leniendo su ejército pronto á la mañana siguiente, tentó pasar el rio, y entrando él el primero, marchó denodado á la orilla opuesta; mas á este tiempo ya vió á muchos de