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Plutarco.—Las vidas paralelas.

mismo modo despues de ambos, navegó la vuelta de Sicilia.

Antonio despues del convenio envió á Ventidio al Asia para que detuviera á los Partos, no dejándoles pasar más adelante, y habiendo sido nombrado por hacer obsequio á Octavio César sacerdote de César el Dictador, continuaron tratando en buena compañía y amistad de los más graves negocios; mas cuando se juntaban á divertirse y jugar, Antonio se sentia mortificado de que siempre era el que libraba peor; y es que tenía á su lado un Gitano dado á la adivinacion, de aquellos que examinan el signo; el cual, ó instruido de Cleopatra, ó teniendolo por cierto, estaba diciendo continuamente á Antonio con sobrada libertad que siendo su fortuna la más grande y brillante, se marchitaba al lado de la de César, y le aconsejaba que se alejara cuanto más pudiera de aquél jóven. «Porque tu genio, le decia, teme al suyo; y siendo festivo y altanero cuando está solo, se queda tamañito y abatido luego que aquél parece;» y los hechos parece que venian en apoyo del Gitano. Porque si se echaban suertes sobre cualquiera cosa á ver á quién le tocaba, ó si jugaban á los dados, siempre era Antonio el que perdia. Echaban muchas veces á reñir gallos ó codornices adiestradas, y siempre vencian los de César: con lo que recibia manifiesto disgusto Antonio; y bien por esta causa, ó más bien por haber dado oidos al adivino, marchó de la Italia, dejando al cuidado de César sus cosas domésticas; aunque á Octavia la llevó en su compañia hasta la Grecia; habiendo ya tenido en ella una niña. llallábase de invernada en Alenas cuando le llegaron las nuevas de las victorias de Ventidio; á saber, que habia derrotado á los Parlos en una batalla, en la que habian muerto Labieno y Farnapates, que era el mejor general de los del rey Orodes. Por estos sucesos dió un banquete público á los Griegos, y combates á los Alenienses; para lo que dejando en casa la insignias del mando, salió en ropa