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PRINCIPIOS 89 en rigor, en la que cesase toda percepción; lo cual ha servido de confirmación a la opinión mal fundada de la destrucción de algunas almas y a la mala creencia de ciertos supuestos ingenios libres que combaten la inmortalidad del alma humana.

5. Hay en las percepciones de los animales cierto enlace que remeda la razón; pero se funda sólo en la memoria de los hechos, y de ningún modo en el conocimiento de las causas. Así, el perro huye del palo con que ha sido golpeado, porque su memoria le representa el dolor que el palo le causó. Y los hombres, mientras son empíricos, esto es, en las tres cuartas partes de sus acciones, proceden como los animales; por ejemplo, se espera que el sol saldrá mañana porque se ha experimentado de continuo. Sólo un astrónomo lo prevee por razón; y aun esta predicción fallará al fin, cuando cese la causa del día, que no es eterna. Pero el verdadero razonamiento depende de las verdades necesarias o eternas, como son las de la lógica, los números, la geometría, que constituyen la conexión indubitable de las ideas y las consecuencias infalibles. Los animales, en los cuales no se advierten esas consecuencias, llámanse bestias; pero los que conocen esas verdades necesarias son propiamente los llamados animales racionales, y sus almas llevan el nombre de espíritus. Estas almas son capaces de actos reflexivos, y pueden considerar eso que llamamos el yo, substancia, mónada, alma, espíritu; en una palabra, las cosas y las verdades inmateriales. Y por eso somos suscep-