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viente llámase entonces animal, y su mónada, alma. Y cuando este alma se levanta hasta la razón, es entonces algo más sublime y forma entre los espíritus, como luego explicaré.

PRINCIPIOS Es cierto que los animales están a veces en el estado de simples vivientes, y sus almas en el estado de simples mónadas; y esto sucede cuando sus percepciones no son lo bastante distintas para poder ser recordadas, como ocurre en un sueño profundo sin ensueños o en un desvanecimiento; pero las percepciones que se han tornado enteramente confusas deben desenvolverse de nuevo en los animales, por las razones que luego diré. Así, pues, conviene distinguir la percepción, que es el estado interro de la mónada cuando representa las cosas externas, y la apercepción, que es la conciencia o conocimiento reflexivo de ese estado interior; esta conciencia no es dada a todas las almas, ni tampoco es dada siempre a la misma alma. Y por no haber hecho esta distinción, han fallado los cartesianos, los cuales consideraban nulas las percepciones de que no se apercibe uno, como el pueblo hace con los cuerpos insensibles. Por esto mismo han creído también los cartesianos que únicamente los espíritus son mónadas y que no tienen alma los animales ni hay otros principios de vida. Y así como han chocado contra la opinión común de los hombres, al negar el sentimiento a los animales, hánse sometido, por el contrario, a los prejuicios del vulgo, al confundir un largo desvanecimiento con una muerte