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RENBERGAS PRINCIPIOS 95 dos, que sólo en el tiempo se desenvuelven por modo sensible. Mas como cada percepción distinta que el alma tiene comprende una infinidad de percepciones confusas, que envuelven al universo entero, resulta que el alma misma no conoce las cosas de que tiene percepción sino cuando esta percepción es distinta y elevada, y el alma es tanto más perfecta cuanto que posee más percepciones distintas.

Cada alma conoce el infinito, lo conoce todo, pero confusamente. Como cuando, paseándome por la orilla del mar y escuchando el rumor grande que produce el agua, oigo—aunque sin discernirlos—los ruidos particulares que cada ola hace, de los cuales se compone el rumor grande total, asimismo son nuestras percepciones confusas el resultado de las impresiones que el universo entero produce en nosotros. Otro tanto ocurre en cada mónada. Sólo Dios tiene un conocimiento distinto de todo; que Dios es fuente y origen de todo. Hase dicho muy bien que es como centro de todo en todas partes; pero que su circunferencia no está en lugar alguno, pues que todo lo es inmediatamente presente, sin ningún alejamiento de ese centro.

14. Por lo que toca al alma razonable o espíritu, hay en ella algo más que en las mónadas, o incluso que en las simples almas. El espíritu no es solamente un espejo del universo de las criaturas, sino también una imagen de la divinidad.

El espíritu no tiene solamente una percepción de las obras de Dios, sino que también es capaz de