gemia y lamentaua su muerte espiritual. Caminan do por sus jornadas, llego al Terrenal Parayso. En trado por aquel deleytoso bosque, le parecio otro ala vista, delo que la fama de su hermosura sonaua por el vista mundo. Las aues no cantauan como solian, los arboles, sin ser mouidos del ayre suaue, mostrauan en sus sossegadas hojas el silencio delas aues. Señalauan descontentacion las descoloridas flores, y las plantas algo mustias enseñauá dolori do pesar. No se mostrauan tan claras las aguas co mo antes eran, pero algo turbio su cristalino co lor, luto muy grande prenosticaua. Finalmente to do lo de mas de aquel jardin que antes solia ser y ameno, y apazible, estaua hecho traça y dese no dela miserable cayda, y dela mortal angustia de su morador, pues todo ello como Adá, caydo estaua, dela hermosura de su naturaleza. Auia causado este mudamiento el auer se mudado el hombre, tanto que las criaturas irracionales, y insensibles, hazian sentimiento de ver, que la criatura racional, y sensible, se auia conuertido en bruto, degenerando de su natural. Continuò su camino Alegorin el sabio, admirado de ver la tristeza de aquella silua que tan famosa era, y delos deleytes, nombrada. Entrando enlo mas espesso della, vio vn cauallero tendido enel prado que cabe vn arbol estaua, el qual con grandes gemidos y solloços lloraua su vencimiento. Estaua vna dama sentada algo apartada del, amargamente llorado su desuentura: tenia declinada su cabeça encima de su blanca mano, y como del enojo, y lagrimas que vertia, algo encendida estaua, decorauan sus coloradas
mexi-