Página:Liliana - El torrero - Yanko - Sueño profético (Narraciones).pdf/117

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
117
 

cuenta, por lo menos, cuatrocientos peldaños, y que esta ascensión debe realizarla el torrero un sinnúmero de veces cada día. Es realmente una vida monacal, y aun más, una vida de verdadero ermitaño; por, eso no es de extrañar que fueran grandísimos los apuros que pasaba míster Isaac Folcombridge para dar con un substituto del difunto; como no es de extrañar tampoco la alegría que le embargó el ánimo al ver comparecer el mismo día inopinadamente a un aspirante.

Era éste un anciano de setenta años, o más tal vez; pero robusto todavía, tieso, y con algo en su porte y en sus ademanes que recordaba el antiguo soldado. Tenía los cabellos blanquísimos y moreno el cutis, como un criollo; pero sus ojos azules decían claramente que no era un hijo del Sur. Tenía triste y abatido el semblante, en el que se leía además una gran lealtad.

En seguida fué del agrado de míster Folcombridge; pero fué menester examinarlo un poco, y a este fin hízole diversas preguntas.

—¿De dónde es usted?

—Soy polaco.

—¿Qué ha hecho usted hasta ahora?

—He recorrido el mundo.

—Un torrero debe estar dispuesto a permanecer siempre en el mismo sitio.

—Necesito quietud.

—¿Ha servido usted ya? ¿Posee usted certificados de haber desempeñado algún honrado destino oficial?