en el gobierno, trazaron ancho surco, y los tres pasarán á la posteridad con el caudal de servicios amontonados en décadas de labor y recibirán el premio proporcional merecido como escritores y como políticos. Organización, lucha, caos, tempestades, calmas, horizontes sombríos, cielos despejados, conflictos internacionales, conjuraciones de tormentas en que se vió comprometido el honor nacional,—todo ello evoca el nombre de estos varones,—arremetedor el primero; guiador de pueblos el segundo; heladamente acerbo y agriado y desconocedor de las transformaciones del país, de las que no supo darse cuenta desde lejanas tierras, el tercero. Decir uno de los tres apellidos, es suscitar para muchos infinidad de cuestiones candentes, y en un terreno neutral como éste para todas esas cuestiones, sólo corresponde señalar el lugar que ocuparon, y su luchar sin descanso, para darse cuenta de que el trío glorioso y enemigo tenía forzosamente que ser recordado en estas líneas que trazan á grandes rasgos el desenvolvimiento de la inteligencia nacional.
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