Página:Literatura policial en la Argentina. Waleis, Borges, Saer.djvu/50

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englobándolas en una síntesis significativa guiada por el amor al conocimiento del hombre y propender a la sabiduría"? Proyectos que, de algún modo, son la estricta contracara del materialismo de Saer: no por relevante un detalle es menos "insignificante” que otro, ya que ambos se resisten a todo diseño coherente o a todo relato que quiera ser una síntesis significativa. Materialismo, en efecto, significa que existe algo -Io sensible en este caso- que no puede ser reducido a la idea, el sentido o ia conciencia. Materialismo anti-positivista, podríamos agregar, ya que no puede decirse que los hechos existan fuera de su interpretación. Lo que existe fuera, precisamente, es Io des-hecho, la multipiicidad dei ser. El detective esquizo imposibiiidad de reinar sobre los hechos, la narración debe superar las cosas policial, y mucho menos que el detective, ese narrador dentro de la narración, sea aparentemente un esquizofrénico. Esta "esqu¡zia" es menos clínica que narrativa: si la descripción y el relato, lo visible y Io narrable, ¡a pesquisa y la reconstrucción, son dos series divergentes, desplazadas una en relación con la otra, entonces quien ve y quien cuenta no son nunca ei mismo “yo” aun cuando estos dos ”yos" habiten un solo personaje escindido. De algún modo, Morvan es el Soldado Viejo y el Joven al mismo tiempo, el que participa del Episodio pero no de su sentido y el que lo relata o lo fabula sin haber participado, sin haber “estado”, como se dice en Glosa, en el lugar de los hechos. E l Morvan asesino es un "otro" para el Morvan detective o narrador. Por eso poco importa sí el asesino es Morvan o su ayudante Lautret (L’autre, "el otro”, como lo llama Tomatis"): "seguimos siendo desconocidos, no únicamente uno respecto del otro, sino cada uno respecto de si’ mismo"2°;.la significación de nuestros actos no sólo se le escapa a los otros sino también a nuestra conciencia, nuestra "zona clara”. Por lo mismo, no es la conciencia quien gobierna nuestros actos, ni un yo quien decide la historia del otro; no es "el jinete sino el caballo el que lo dirige”? Morvan se ensaña con las ancianas de un barrio de París del mismo modo que Ayax, en la tragedia homónima de Sófocles -cegado en Troya por Palas Atenea, diosa de la ”sabiduría”- lo había hecho con los corderos al confundirios con las huestes de 52 No es casual entonces que Saer reencuentre, pasados los años, la novela