108 GINA LOMBROSO TONADA DES DODDDDDDÓIDEDADDÓDADE8DDDD
sona o cosa determinada; el amor o el odio que con ella nos une; el impulso que nos mueve, voluntaria o involuntaria- mente a obrar en determinada dirección, por más que la ra- zón nos aconseje otra; el íntimo fervor que nos hace sentir placer, goce y alegría en medio de los más duros sacrificios realizados en determinada dirección y con miras a finalidad determinada y mostrarnos indiferentes a los bienes que po- demos lograr renunciando a esos fines; una fuerza que se ha- lla al margen del razonamiento y priva a éste de toda ener- gía; ese sentimiento que se encuentra en la raíz de todo do- lor, porque no existe mayor alegría que la pasión satisfecha, ni mayor dolor que la pasión defraudada.
Ahora bien: el objeto de la pasión femenina es siempre un ser sensible a la alegría y el dolor, o lo que supone tal; es siempre un ser vivo, algo semejante al niño, o por lo cual puede interesarse en modo análogo; por contraste cón los ob- jetos de pasión masculina, que pueden ser sumamente varios y diversos, ya puramente sensibles—paladar, vista, oído—, ya abstractos—filosofía, estudios, negocios, política—, ora cifrados en individuos remotos en el tiempo y el espacio— lectores, posteridad, electores, clientes—, dándose además en absoluta independencia del hecho de que aquéllos sufran o gocen. : ]
Esta su pasión especial limita necesariaménte el campo intelectual, natural de la mujer, aquel en que puede encontrar satisfacción, circunscribiéndolo al mundo concreto que vive y bulle en torno a ella.
La mujer, que tanta curiosidad siente: por cuantos se- res la rodean, y por cuanto puede ver y palpar,' no siente cu- riosidad alguna por conocer las leyes que rigen los movi- mientos, ni por conocer y fijar las transformaciones de las cosas -que la circundan: Siente avidez por penetrar, no la fría razón de las cosas, sino las cosas mismas; de averiguar, nó el número de las pulsaciones del corazón que sufre, sino por qué sufre la criatura dueña de ese cotazón. Siente ansias por conocer, no las leyes que rigen el mundo animado, sino las emociones que experimentan los demás seres y las demás co- sas que la rodean. Desvívese por conocer, no los males que existen en este mundo, sino el modo de curarlos.