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ción se encuentra es una mujer dotada de superior talento, que posea esa capacidad verdaderamente rara de poder discu- rrir con el propio cerebro, y poder calcular al minuto las rá- pidas variaciones de la realidad viva, no sólo le está permi- tido razonar, sino que tiene el deber de hacerlo, pues ha de serle provechoso. Provechoso a ella, porque tanto más difí- cil habrá de resultarle continuar atenida a la pauta de la tra- dición, cuanto más inteligente sea; y porque si no razona- re, el instinto, cuyo estímulo crece a proporción de la supe- rioridad, impulsaríaia con toda la fuerza de su pasión centu- plicada a buscarse un apoyo humano fuera de la tradición, cosa que le vedan, no sólo por su propia conciencia. que se lo estaría recriminando toda la vida, sino también el ins- tinto innato en toda mujer superior de circunscribir a ella misma los males que padece. Y está en el deber de razonar, porque a esas mujeres que podrían salir muy bien del paso con el ingenio y que por falta de suerte se ven obligadas a razonar, les está encomendada la misión de renovar o afian- zar las tradiciones, que sólo puede modificar o innovar quien sufre y sabe razonar elevándose por encima del propio su- frir. Y está también en el deber de razonar, porque es in- creíble cuánto mal puede hacerse y hacerles a los demás el altruísmo, incluso bien entendido, cuando excesivo es siem- pre en una mujer superior, no se encuentra dirigido ni refre- nado por la propia o la ajena razón. No hay magnificencia de vida que el altruísmo no pueda tornar trágica, si no lo con- tiene la razón. No hay situación, por sencilla que sea, que no logre complicar; porque mientras que el egoísmo, que só- lo quiere complacer a una sola persona, sigue una línea rec- ta, el altruísmo que aspira a complacer a muchas y por di- versos modos, sigue líneas sinuosas y fácilmente va a meterse en laberintos de difícil salida.

Así, pues, quede para las mujeres normales el gusto de poder vivir según las tradiciones, sin meterse en razonamien- tos difíciles y amargos. Y quede para las mujeres dotadas de inteligencia y corazón superiores, capaces de medir las reper- cusiones de sus actos, las variaciones que introducen en la vida, a cada minuto, las circunstancias externas, la obliga- ción, cuando sufren, de razonar, de forjar los modelos y las