EL ALMA DE LA MUJER 193
misma relación que el infante, lo que no es así; engáñase al creer que el hombre la exija toda para sí, cual hace el niño, y que habrá de pagar sus beneficios en la misma moneda de amor que el niño, lo que luego no ocurre.
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Estos diversos conceptos del amor tienen, no sólo orí- genes diversos necesarios, sino también funciones vitales di- ferentes.
El concepto femenino de que el amor no puede darse sin el aditamento de la admiración y el aprecio, ha sido, y es, una de las más poderosas atracciones que la mujer ejerce sobre el hombre.
Siendo como es el hombre, muy amigo de granjearse la admiración y el aprecio ajenos, siéntese muy lisonjeado y agradecido ante la ilimitada admiración que le demuestra la mujer que ama; su corazón, exacerbado por la hostil indi- ferencia de los hombres, halla un consuelo enorme en esa admiración desinteresada y sincera. Y esto de fingirle admi- ración y adularlo, constituye uno de los más corrientes re- cursos que emplean las coquetas cuando quieren seducir a un hombre, imitando, o mejor dicho, simulando sentimientos que son naturales e instintivos en la mujer, verdaderamente enamorada.
El concepto femenino de que el amor va unido indi- solublemente a la estimación es uno de los medios más efi- caces para educar a la mujer. Mientras que los chicos se en- tregan con pasión a la lectura de los novelones policíacos y detectivescos que fomentan sus instintos de conquista, las ni- ñas se echan al coleto toda esa serie de libros edificantes de las colecciones para señoritas, donde se describe a la Petite Fille Modele, y se las ve afanarse por imitar a costa de duros sacrificios físicos, mentales y morales ese modelo de mujer- cita ideal a fin de alcanzar esa perfección que a sus ojos re- presenta el mejor medio de granjearse amor.
El concepto femenino de que la atracción moral e inte- lectual predomina sobre la física, o cuando menos no puede desglosarse de ella, es el más seguro baluarte contra la co-
