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escrúpulos y dudas que una fina conciencia le provoca; por- que conciencia e intuición van acompañadas de un pudor lleno de dignidad, que impone a la mujer la mayor reserva con los hombres ajenos a su círculo familiar y una elemen- tal prudencia díctale la mayor reserva con todas las mu- jeres. -
Ei abandono moral e intelectual en que el hombre deja a la mujer es la causa primera del feminismo, afanoso es- fuerzo hacia el masculinismo, hacia la idea de cambiar de alma, adoptando los vicios y ambiciones y la vanidad mas- culinos, los egoísmos varoniles, con la vana ilusión de en- contrar en ellos ese placer que hallan los hombres. Ilusión vana digo, porque si algunas mujeres, las viriles, que por na- turaleza están dotadas de sentimientos y ambiciones mascu- linos y aspiran a imponérseles a las demás como modelos dignos de imitación, encuentran en todo eso la satisfacción que iban buscando, no les sucede así a. la inmensa mayoría de las mujeres a quienes hizo la naturaleza distintas de los hombres.
El abandono moral e intelectual en que el hombre deja a la mujer es la principal causa de su periódico decrecer in- telectual, Por fuerza ha de empañarse, deslucirse y lan- gvidecer la inteligencia femenina, allí donde no puede ser- virle a la mujer para conquistarse la estima y admiración de las personas que en más tiene, de aquellos que la rodean y donde aquélla no puede comunicar con sus allegados los des- tellos de su intuición y colaborar en su obra. La inteligencia de la mujer elévase, con efecto, a ojos vistos, con indepen- dencia de los programas escolares y de su admisión en los colegios masculinos, en esos países y en esa época en que la vida de la mujer anda unida a la del hombre, viéndosela de- caer y obscurecerse, pese a todos los estímulos de los gobier- nos, en esos tiempos y en esos países en que así no sucede.
No hay duda de que la distinción que el hombre establece entre amor y estimación es causa de la decadencia moral de la mujer. Pues ésta, que hace del amor el fin principal de su vida, ha de hallarse dotada, o de un instinto moral muy po- deroso, o de una férrea educación que se le imponga como Una segunda naturaleza, o de una amplia mirada espiritual
