EL ALMA DE LA MUJER 47 mujer la molestia de tener que pensar los metros que de- sea.
Dicen que la mujer es indecisa por efecto de la educa- ción, por haber estado siempre sujeta a la obediencia. Pero lo cierto es precisamente todo lo contrario, puesto que la educación referida no le impide mostrarse en otras ocasio- nes espontáneamente autoritaria y hasta despótica. La mu- jer se somete y concluye por delegar en otros la resolución de los asuntos que más de cerca la conciernen, porque aban- donada a sí misma no acierta a decidirse.
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Estas cualidades, al parecer contradictorias, hállanse justificadas por una razón para todas ellas valedera: la de que la mujer se ajusta en su conducta a la intuición y no a los dictados racionales.
La intuición es cosa que se tiene o no se tiene; y cuan- do no se la posee es inútil afanarse llamándola. como se hace con el razonamiento. Quien atesora intuición hállase en el estado de la plena confianza en sí mismo, de la espon- taneidad y la resolución. Quien no la posee, en cambio, es víctima de la más absoluta incertidumbre. El hombre que carece de intuición pertréchase de armas que la suplan, y se acostumbra a obrar según los dictados del razonamiento. El cual requiere tiempo para pesar el pro y el contra del asunto y también para elegir el mejor camino conducente al fin propuesto, e implica asímismo la duda. El hombre acostumbrado a decidirse según los dictados del razona- miento, anda siempre dudoso, reflexiona larga y madura- mente antes de decidirse a obrar y no está nunca plenamente seguro; pero no conoce las tormentosas crisis de indecisión por que pasa la mujer.
Todo lo contrario le sucede a aquélla, acostumbrada a regular su vida con arreglo a las inspiraciones de la intui- ción. Cabe dudar de un razonamiento, pero la intuición no admite dudas. Por lo cual, cuando la mujer se halla suges- tionada por la intuición, no titubea en obrar, no necesita tiempo para decidirse. ¿De qué le serviría vacilar y tomarse tiempo para pensarlo? La intuición es como es, y el tiempo
