Página:Lombroso El alma de-la mujer.djvu/70

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

68 GINA LOMBROSO grandes problemas sociales, políticos, económicos, higiénicos y morales; una mediana inteligencia para comprender las ventajas que pueden obtenerse de la simulación del senti- miento. Este es precisamente el sentimentalismo que llena las arcas de los diarios populares, de las causas equivocadas y de los intereses turbios, los cuales están seguros de granjearse el aplauso de un gran público, cuando se enternecen y apiadan a propósito de cosas triviales, de higiene, de justicia, de igual- dad, etc., o cuando hacen que se reconcentre la fuerza toda de un sentimiento en un objeto nimio e inmediato, que ca- rece de importancia, distrayéndolo así de un objeto de ver- dadera monta, que se quiere combatir.

Depende este falso sentimentalismo del hecho de que— gozando como goza actualmente el sentimiento de cierto pres- tigio; el individuo astuto que de él carece, procura simularlo. Es ésta una forma que desaparece en épocas crueles, en las que el sentimiento no goza ya de ningún prestigio; es una buena cualidad o un defecto—vaya usted a saber—artificial, cuya amoralidad resulta tan evidente que no vale la pena de de- tenerse a demostrarlo.

  • o ox o*

Pero aparte esta falsificación, existe un sentimentalismo verdadero, cuya víctima casi necesaria es la mujer, y que podemos dividir en tres formas.

Hay un sentimentalismo sencillo, el más ingenuo y di- fundido, por el cual suponemos a todos los seres animados e inanimados, pasibles en el mismo grado, de alegría o de dolor, nos emocionamos y sufrimos excesivamente por su- frimientos que algunas veces no existen o son ligerísimos— como por el perro y el gato, el pajarillo enjaulado, el salvaje que anda descalzo, el lugareño que no se lava o el crío que berrea. atribuyéndole nuestra propia angustia, etc.

Este sentimentalismo, que es inofensivo, depende de un exceso de pasionalidad, de una falta de lógica; derívase del hecho de que la mujer rebosa excesivo sentimiento y lo va

sembrando por doquiera, a diestro y siniestro, donde hace falta y donde no.