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Con efecto, los hombres muévense al acto a impulsos del razonamiento y el interés, que son como líneas rectas que unen dos puntos fijos e iguales casi para todos, mientras que las mujeres obran impelidas de la intuición que varía de in- dividuo a individuo: de la pasión, de las emociones placente- ras o desagradables que difieren también según los indivi- duos y vienen a ser, por lo tanto, cual líneas curvas que unen dos puntos.

Esa diversidad de emociones e intuiciones aumenta to- davía por el hecho de que, para lograr la finalidad de su vi- da—el afecto de los demás—, tiende definitivamente la mu- jer desde la cuna a perfeccionar su personalidad física y mo- ral, haciendo por apropiarse esas dotes que son un ideal a sus ojos. Y cuando los ideales que se quiere alcanzar son di- ferentes, la perfección significa diferenciación. De suerte que buscando cada mujer el acercarse a un ideal propio, y siendo diferente este ideal, forzosamente han de resultar las mujeres diferentes entre sí.

Todo el mundo ve y repite con ironía los casos de sa- crificios materiales y morales a que voluntariamente se so- mete la mujer para conservarse hermosa o embellecerse, para vestir con arreglo al ideal por ella adoptado. Pero no we los sacrificios análogos, todavía más terribles, que la mujer se impone para acercarse al ideal de caridad, de economía, acti- vidad, generosidad, dignidad, altivez y bondad que se pro- puso.

Poseyendo esta personalidad tan característica y que tantos sacrificios le costó, siente la mujer con mucha más in- tensidad que el hombre, el anhelo de que esa su personalidad sea comprendida y apreciada por los que forman el reducido círculo de alterocentrismo; anhelo tanto más intenso cuanto más superior es la mujer, es decir, cuanto más compleja y di- versa es su figura moral y mayores los sacrificios que su ideal le costó. El hecho de que los demás no comprendan los motivos que determinaron su conducta ni se percaten del ideal de nobleza, generosidad y lealtad a que logró acercas- s?, dejan de apreciar sus cualidades características. constituye para la mujer un motivo de verdadero y sincero dolor. Mien- bras que el hombre se muestra indiferente y a veces hasta vfono de ello, nada repugna tanto a la mujer como eso dz