SEGUNDA PARTE ACTIVIDAD Y SUS CONSECUENCIAS
He hablado ya de la enorme importancia que para el alma femenina tiene la pasionalidad y la intuición. Pero no hemos de desatender el tercer puntal de su altruísmo: la actí- vidad.
¿Qué es la actividad? Pues el impulso que nos mueve a obrar, a traducir en realidades materiales nuestro pensamien- to, concretándolo en algo visible. Es la necesidad de hacer, de crear, de obrar, con independencia del estímulo del lucro, del interés, de las necesidades positivas, que pueden inducir a obrar aún a aquellos que no tienen ninguna actividad la- tente.
Créese que la actividad es una cualidad del género neu- tro, que pertenece en igual grado, por lo menos, a hombres “y mujeres. Trátase de una ilusión, debida a que los frutos del trabajo masculino suelen ser de mayor apariencia que los de la labor femenina, y a tener el hombre una facultad de pro- ducción superior a la de la mujer, a lo que hay que añadir que se confunde fácilmente esta que yo llamo actividad, pe- ro que acaso sería más propio denominar factividad, con el espíritu de iniciativa y con el ardor intelectual, en que, sin duda alguna, aventaja el hombre a la mujer.
Tiene el hombre una potencialidad de trabajo enorme, siendo capaz, sin estímulos especiales, de hacer en un mo- mento lo que la mujer en una semana, posee mayor espíritu de iniciativa e imagina más fácilmente objetos dignos de ac- tividad. Piensa más que la mujer y dirigiendo mejor su tra- bajo, puede con el mismo esfuerzo producir más que la mu- jer, siendo, además, muy interesado y pudiéndosele, por in- terés, inducirlo mejor que a la mujer a trabajar.
