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Pero en el fondo, la actividad, o mejor. dicho, la ac vidad genérica hacia el trabajo es una cualidad esencial- mente femenina. Compréndese esto cuando se piensa que así el altruísmo como la intuición y la pasión convergen en la actividad; el altruísmo, multiplicando los estímulos pa- ra la acción: la intuición, porque siendo por su naturaleza confusa e inconsciente no tiene otro medio de explicarse que la acción. y a pasión, porque elimina la duda, principal es- torbo de la acción. Basta para comprender esto, pensar en la función maternal de la mujer, la cual, en el fondo, puede re- ducirse a una actividad incesante en provecho de criaturillas inertes, incapaces de proveer en modo alguno a su subsisten- cia.




No sería, con efecto, posible criar un niño, que no tiene nada que ofrecer a cambio de toda la actividad que requiere, ni gobernar bien y con prudente economía una casa, sino po- seyese la mujer ese voraz instinto de obrar, de trabajar, que hace que encuentre placer, no tanto en la consecución del fin, no tanto en la escasa recompensa que habrá de obtener, como en el poder dar pábulo a su instinto.

Reparad, además, en toda esa serie de bebidas y drogas

excitantes y narcóticas: tabaco, opio, haschich, morfina, éter, aguardiente, que el hombre ha inventado para amenizar su ocio y pasar el tiempo, haciéndose la ilusión de ese otrum in- telectual, al que sólo pueden aspirar sin excitantes los ver- daderos pensadores, y que es el sueño dorado e inconsciente de tantos pobres diablos. . Fijaos en toda esa serie de juegos, juegos de azar y de ciencia, juegos de pensamiento, o puramente maquinales, nai- pes, dados, ajedrez, ruleta, que ha inventado el hombre p: ra matar el tiempo, no ya en la infancia, sino en la edad adulta.

Observad qué ansia muestra el hombre por asistir a las carreras, a las luchas, a los bailes y los teatros, que les entre- tienen sin obligarlo a trabajar. Ved cómo se disputan los hombres esos empleos públicos y esas carreras y profesiones en que no hay nada que hacer.

La mujer, normalmente, no fuma, ni bebe, ni se intoxi- ca. Desde hace unos siglos nada más, asiste a los juegos y diversiones públicas y en número bastante menor qme los