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que si un viajero se encontrara en campo libre con tal oso, no tendría el mismo placer que tú al verlo en su jaula.

Jorge. — ¿De dónde dijo, señorita, que han traído ese oso ?

Sta. Raquel. — De las vecindades del polo Norte. El calor le hace mucho daño. Por eso, como has visto, lo tienen en un sitio fresco, ro- deado de agua; pero asimismo no podrá vivir mucho tiempo.

Ester. — Todos los osos no son feroces ¿verdad? Yo he visto uno que bailaba por las calles. )

Sta. Raquel. — Ese es el oso pardo, que puede domesti- carse y aprende lo que se le enseña. Lo exhiben general- y mente en los circos y hace

Oso pardo. muy bonitas pruebas.

Con todo, muchos de los que cuidan y adiestran osos han muerto entre sus garras, víctimas de un momento de mal humor de la bestia.

Y a ti, Carlos, ¿qué animal te gustó más ?

Carlos. —El cóndor. ¡Es muy extraño ese enorme