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Rita. — Además alegran la vista. Mi tía, que es- tuvo en Mendoza, dice que las calles de esa ciudad resultan muy hermosas, gracias a los álamos que las adornan. :
Lía. — Pues ¿y los pobres pajaritos? ¿Qué se- ría de ellos si no hubiera árboles donde pudieran anidar? SNTE Federico. — Es- tarían de duelo, así como sus pri- mos los insectos.
Lía. — Tú siem- pre con humor de SS. ¿E ERES bromear.
Bosque en el Chaco. Ester. — ¡Qué lindos son los árboles en primavera, cuando se llenan de flores y hojitas tiernas!
Anita. — Y en otoño, cuando sus hojas rojizas brillan al sol como si fueran de metal.
Federico. — Y en invierno, cuando sus ramas peladas...
Elvira. —¿Otra vez? Este chico es incorregible; de todo se burla.
Federico. —Bueno, entonces. ¡Qué lindos son en verano, cuando se doblan al peso de los duraznos bien maduritos! ¿Están conformes?
