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preguntó si estaba enferma; yo le contesté que no, pero que me era imposible dormir pensando en Inocencia.
«¿Y quién es Inocencia?»—me interrumpió mamá. Es—le dije —la hija de nuestra lavandera; está en mi escuela y siempre me aflige su pobreza. Su padre está sin ocupación, y si la madre tampoco
trabaja ¿qué será de ella y de sus dos hermanitos? «Mañana llevaremos un socorro a esa desgraciada familia; y ahora duerme, querida» — dijo mamá dándome un beso. Yo quedé más tranquila y no tardé en dormirme. Pero sucedió que empecé a soñar con lo mismo.
