Página:Lopez La seniorita Raquel.djvu/92

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

Elisa. —¡Pobre Luis! No lo reprendas; lo ha hecho sin querer. Le pedí que me pasara su cuaderno, y, por atenderme pronto, dejó caer el lápiz.

Alfredo. — Para defender a los demás estás siem- pre pronta; como el lápiz no era tuyo...

Anita. —¡Gran cosa! ¡Cuánta bulla por un lápiz! ¡Ni que fuera una joya preciosa!

Alfredo. — Y a ti ¿quién te pregunta nada? Un lápiz es tan precioso como una joya, porque sin él muchas cosas no podrían hacerse. Además, mamá quiere que sea cuidadoso de mis útiles.

Alberto. —Sólo porque te calles, Alfredo, es cosa de darte todos los lápices de la clase.

Alfredo. — Yo no necesito que se me dé nada; papá...

Sta. Raquel. —¿Acabarás? Alfredito.

Alfredo. — Usted siempre me reta a mí, y son los otros los que se portan mal. ¡Ji! ¡ji! ¡311

Sta. Raquel. —Ven acá, hijo mío; no llores, me das pena. Si yo te reprendo es para bien tuyo. Eres un niño veraz, aplicado, cariñoso, atento y servicial. Serás seguramente un hombre bueno y de provecho; pero esas cualidades las obscureces tú mismo con tu genio demasiado pronto.

A la menor cosa te enojas y discutes con tus com- pañeros. No, querido, es necesario moderar ese