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genio, porque si no lo cambias tendrás muy po- cos amigos. En sociedad hay que ser afable y perdonar las molestias que se nos cause, si quere- mos que los demás nos perdonen cuando los mo- lestemos.
Alfredo. — Si, señorita, yo quiero corregirme por- que si no usted no me va a querer más.
Sta. Raquel. — Te querré lo mismo, hijo mío; pero yo no compongo el mundo, como no lo com- ponen únicamente tus padres y hermanos, que perdonan tus arrebatos. Debemos procurar ser simpáticos a todas las personas que nos rodean; y te aseguro que cuando te enojas no tienes una cara muy agradable, por cierto.
Es preciso que pienses en eso y procures domi- narte, porque sino vas a hacerte acreedor al feo sobrenombre de Carita de tormenta.
e El más glorioso heroísmo es el vencerse a sí mismo.
2% Los niñitos pendencieros tienen pocos compañeros.
N3 Si quieres ser bien querido sé afable, humilde y sufrido.